Talleres de Go en Los Glaciares

Relato por Matías Capeletto

Buenos días,

Ya pasaron dos semanas desde que dejamos el Parque Nacional Los Glaciares. Nuestro hogar móvil era muy grande para nosotros solos, así que desde ese momento nos acompañan en el viaje una pareja de franceses. Fueron días intensos así que no fue fácil encontrar un momento para escribir sobre los partidos de Go que nos jugamos durante nuestro paso por El Calafate y El Chalten.

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Llegamos a El Calafate un lunes después de quedarnos sin demasiadas palabras para describir las sensaciones que produce el Glaciar Perito Moreno. Necesitábamos de la civilización para poder trabajar fuerte esa semana así que hicimos base en un camping de la ciudad. Ahí nos re-encontramos con Graciela y Adrián, una pareja de mis pagos que anda viajando en un colectivo-mansión-rodante y con Marie y Pierre Jean, los chicos que están haciendo dedo desde ese momento con nosotros y con los que vamos a compartir mañana Navidad. Necesito mencionarlos porque esta especie de vecindario nómade fue el marco para las dos maratones goísticas que vivimos en esos días.

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Frente al camping, una secundaria fue la llave para abrir el juego en El Calafate. La Psicopedagoga de la escuela se jugó una partida conmigo mientras me explicaba que las clases ya habían terminado, pero que las primarias todavía andaban en la ultima semana. Me mandó a hablar con la directora de la Escuela EPP N°9 y como misión especial, ir a la escuela provincial E.G.B. Nº 73 Lago Argentino así su hijo podía participar del taller. La primera puerta estuvo cerrada por la preparación del acto de fin de año, tarea de tiempo completo para los chicos. En la segunda escuela nos recibió Jorge, el director, y aunque también estaban apretados, organizamos para ir con el equipo a la mañana siguiente. Algún hueco íbamos a encontrar.

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Costó un poco después de la cena del día anterior, pero a las siete nos levantamos para ir a la escuela. Más que un hueco, fabricamos una veta junto al profesor de Inglés. El trato: un dos por uno. Todas sus horas de la mañana a cambio de hacer el taller en Inglés. Marika sonrió con ganas. Los tres quintos y dos séptimos en cinco talleres de cuarenta minutos, con unos pocos minutos entre cada uno para mover los tableros de un aula al otro. Digamos que fueron en total unos ciento veinte chicos. Hasta nos tiraron preguntas en Ingles, así que cumplimos con el maestro que se terminó enganchando después de verlos poner tantas piedras sobre los tableros. Con cuarenta minutos, uno se queda odiando al timbre que suena justo cuando el ambiente está a punto caramelo para tratar de comer una piedra en red entre todos. Pero fue una experiencia muy linda, y muy distinta a la de los talleres en las escuelas rurales en donde el tiempo no es una variable a tener en cuenta. El director también quedó contento con la actividad y con su permiso compartimos algunas de las fotos de los talleres.

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Volvimos a la escuela secundaria unos días después para no perder el contacto y generar algo con ellos mas adelante. Hay una escuela técnica en la ciudad que se daría maña para hacer unos tableros, así que puede auto-generarse algún otro taller el año que viene. El club de Punta Arenas en Chile anda también con ganas de visitar algunas de estas escuelas patagónicas si hay interés, así que por ahí hay otra punta que se pueda trabajar.

La semana siguiente nuestro vecindario rodante se mudó a El Chalten. La directora de la Escuela EGB 59 Los Notros nos abrió las puertas un martes y los talleres quedaron para la mañana siguiente. Hace unos años era una escuela rural y todavía conserva un aire relajado que contagió a los talleres. Empezamos con el quinto grado con el que salió un taller que disfrutamos mucho. Con algunos de los chicos nos jugamos un par de partidos de go completos. Después de una hora, vinieron los de séptimo y les siguieron los de sexto. Al terminar el taller con el cuarto grado, la directora nos propuso volver después del almuerzo así los mas chicos no se quedaban afuera. Un poco más tarde estábamos jugando con los dos terceros. Les siguieron los de primero, que jugaron al go un rato y después a otros juegos que fueron inventando ellos. Cuando cerramos con el segundo grado habíamos jugado al atari-go desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde con unos ciento cuarenta chicos. No sacamos fotos en los talleres pero para compensar va una del tablero que una maestra improvisó en el piso para que los chicos sigan jugando en el recreo. Escuché a la directora pedir que lo pinten permanente, así que quizás va a tener compañía la rayuela al otro lado del patio.

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Guardamos un recuerdo muy lindo de este día y de la despedida, con el ensayo de los chicos para su fiesta de fin de año. Una murga con marionetas que habían fabricado el día anterior. El Goban también se vistió para la fiesta y bailamos un poco con ellos antes de irnos.

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Y así se terminó el año, y hasta dentro de unos meses las escuelas van a andar extrañando a los chicos. Vamos a ver si aparecen mientras tanto otras puertas. En algún lugar, ellos van a seguir jugando.

Abrazos navideños desde Coyhaique,
Matias y Marika

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