Talleres en Tierra del Fuego

Relato por Matías Capeletto

Buenos días,

Salimos hace unos días de la gran isla de Tierra del Fuego. En las dos semanas que pasamos descubriéndola llegamos al punto mas austral de nuestro viaje y ahora estamos empezando a subir despacio por las montañas. Después de vivir un mes surcando la Estepa patagónica mientras costeábamos el Atlántico, llegar a la húmeda Selva fría fueguina fue muy impactante. Hay que tener un poco de paciencia igual para disfrutar del aire libre, por estas zonas se viven las cuatro estaciones cada día como les gusta decir a los locales. Pero cuando las nubes se abren un poco ves que estas al lado de un lago entre bosques de Lenga que caen a pique hacia el mar con la cordillera nevada de fondo. Tuvimos varias oportunidades para jugar al go en esta provincia, les contamos un poco como se fue dando.

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Casi al final de la ruta 3, a unos cien kilómetros de La Pataia nos encontramos con la Escuela Rural N° 6 ‘Entre Ríos’ cuando estábamos cruzando el pequeño poblado de Lago Escondido. Era demasiado tarde para ese Lunes y los maestros ya habían vuelto a casa, así que decidimos hacer noche en el lago para ir a visitarlos por la mañana.

Nadie había escuchado hablar del go pero nos recibieron con los brazos abiertos, como en cada lugar al que entramos hasta ahora. Fuimos mas relajados, con las experiencias anteriores en Santa Cruz y Chubut en la espalda para adornar nuestra presentación. La escuela también estaba organizada en grupos de edades mixtas y terminamos construyendo dos talleres juntos. El primero un poco después de llegar con los mas chicos de la primaria. Un maestro se enganchó con la idea y nos llevó con el grupo con el que estaba trabajando. Los ocho chicos estaban más que contentos con el nuevo plan para la mañana. Jugamos atari-go, hicimos juntos una escalera y después de varios intentos le encontramos la vuelta a comer una piedra con una red.

Los maestros suelen venir desde otras ciudades una vez por semana a enseñarles las distintas áreas así que nos preguntaron en un momento si todos los martes íbamos a venir a jugar al go con ellos desde ahora. Cambiamos de parejas en un momento y a dos chicos que andaban chispeando les tocó sentarse juntos. Después de suspirar un poco, la discusión paso a sanjarse con varias partidas de go. El timbre nos encontró todavía sobre los tableros y nos pusimos las camperas para salir a jugar un poco al vóley con ellos. Ya cuando arrancaron con el fútbol los abandonamos por el calor de unos mates y un tour por la escuela. Entre todos están arreglando un jardín invernadero, a ver si llegan a plantar algo antes de que el invierno los vuelva a cubrir de nieve. Pavada de taller para todas las edades. Volvimos corriendo al aula cuando nos dimos cuenta que el recreo había terminado hacía bastante. Estuvo bueno ver que no nos habían estado esperando y ya estaban jugando al primero que come cinco entre ellos.

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Nos enteramos durante el día que la comunidad esta sufriendo mucho ya que hace unos ocho meses cerro el aserradero que los nucleaba (http://tinyurl.com/aserradero-lago-escondido). Hay unas treinta familias que están intentando enfrentar la situación. No debe haber sido un invierno nada fácil para el pueblo, y no hay soluciones sobre la mesa. Es duro ver tan de cerca las vueltas caprichosas de la economía. Coordinamos para hacer otro taller a la tarde con los chicos de 13 y 14 años. Mientras tanto Márika se sentó a jugar en el pasillo con las hijas de una maestra y termino charlando con su padre que vino desde Ushuaia por ellas. Después de contarle sobre el juego nos invitó a hacer un taller en un centro para adicciones (CPA) cuando lleguemos a la ciudad. Estaban por hacer la semana de las artes (http://tinyurl.com/CPA-semana-de-las-artes) y estaban organizando varios talleres abiertos a la comunidad. Se iba hilando nuestra primera semana en la isla.

Después de almorzar con algunos maestros y trabajar unas horas, compartimos el segundo taller con los más grandes. Eran unos 7 chicos más la maestra que venían de analizar el Martín Fierro. Costo más engancharlos por la rebeldía propia de la edad, pero después terminamos haciendo un partido completo de go con ellos. A uno le gustó mucho el juego, y se fue diciendo que iba a seguir practicando por Internet. Tenemos fotos de ambos talleres pero nos pidieron que no las publiquemos por la legislativa de la provincia. Los mas chicos nos habían pedido varias veces si podían llevarse el tablero a su casa así que antes de irnos le donamos un juego de 9×9 a la biblioteca para que los que tengan ganas puedan seguir jugando. Algunas maestras también se quedaron enganchadas, quizás surge algún taller desde adentro mas adelante. Ya decidimos que cuando pasemos cerca de Buenos Aires vamos a pedirle a Caro que nos prepare unos 30 juegos con algún librito con las reglas para dejar en cada escuela en que paremos sin la sensación de que el taller vaya desapareciendo cada vez que nos movemos.

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Al día siguiente, nos comunicamos ya en Ushuaia con Roberto y arreglamos una reunión con la directora del CPA para la mañana del jueves. Nos presentamos en la institución y charlamos sobre el go, la vida en Tierra del Fuego y el trabajo del CPA con los organizadores de los talleres. No había lugar para el go entre las actividades abiertas que estaban programadas, pero la directora que estaba fuera mando a decirnos que después del almuerzo podíamos intentar hacer un taller con las personas que estaban en el internado. A las dos de la tarde después de una fugaz charla con la directora ingresamos a la sección de internación. Nos habían advertido que estaban últimamente bastante desganados, así que no nos preocupemos si no tenían ganas de participar. Había unas 10 personas internadas, por tiempos cortos de entre un par de semanas a unos meses. Muchos ya habían estado antes internados en el mismo lugar. El invierno es duro por estas zonas si no se tiene un lugar donde refugiarse.

Con Marika haciendo de atril para el magnético les contamos como jugar atari-go a unas siete personas más las dos coordinadoras que estaban de turno en ese momento. Uno quería mirar solamente, porque ya no jugaba mas a nada. Otro andaba con ganas de pintar así que tampoco se sentó. El resto se puso a jugar y salieron muy buenas partidas. Nos sorprendió cuánto se engancharon. Uno en especial, Pedro, había jugado antes al ajedrez y mostró mucho interés. Nos sentamos juntos a jugar cuando su contrincante se retiro probablemente del mundo del Go después de un reñido empate 3 a 3. Ya lo veía venir a Pedro mejorando y no quería quedar atrás. Jugamos varios Atari-Go juntos, descubrimos algunas técnicas de captura y terminamos jugando un par de partidas de Go hacia el final después de entender como hacer un grupo inmortal. Compartí un poco de mi experiencia en el club de Go, que en un momento de mi vida me ayudó mucho a levantarme y caminar con ganas otra vez. Las coordinadoras le contaron que hay dos clubes de ajedrez en la ciudad y que si un día tiene ganas lo pueden acompañar para que se juegue unas partidas. El resto también puso sus ganas sobre el tablero y se emocionaron al saber que probablemente sean unas de las únicas personas que conozcan al go en la ciudad. Creo que estuvimos jugando más o menos una hora y media.

Cuando guardamos, nos fuimos varios afuera porque unos chicos habían venido a pintar una de las paredes de la institución. “Solo esta derrotado aquel que deja de soñar” canta la pintada. De a poco todos agarramos un pincel y colaboramos para vestir a las letras. Las fotos que tenemos del taller son de este momento porque no tuvimos ganas de sacar la cámara dentro. Nos llevamos mucho calor en el pecho al despedirnos y algunas invitaciones para volver otro día a jugar con ellos.

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Esa noche, ya de vuelta en el camping nos encontramos rodeados de niños nuevamente. Fuera de temporada los campings suelen recibir visitas de escuelas de la zona para aprender mas cerca de la naturaleza. Ese día unos 30 chicos del tercer grado de la escuela N° 1 de Ushuaia estaban merendando después de una caminata. Nos pusimos a charlar con la coordinadora y sin darnos cuenta estábamos buscando el magnético para hacer otro taller cuando los chicos terminaran de comer. Yo ya se jugar a ese juego tiro uno sonriendo, como de costumbre. Estaban muy contentos por el campamento así que fue largo explicar lo necesario para arrancar con el atari-go con todo el movimiento que irradiaban. Con ayuda de las maestras, surcamos las dos primeras reglas y nos pusimos a jugar. El taller nos quedaba un poco chico para todos pero algunos se arremangaron sobre el mismo tablero. Solo paramos unos pocos minutos para ver juntos una escalera, el resto fue tan solo disfrutar del juego entre ellos. De casualidad había un supervisor de las escuelas de la ciudad que conocía el go. De chico había jugado con su abuelo, imagino que uno de los pioneros de los setenta. Nos dijo que si más adelante queríamos hacer mas talleres en las escuelas de la ciudad, teníamos las puertas abiertas. Quizás algún día volvamos. Por el momento, si no contamos las partidas con el hijo de mi prima en Río Grande, esta experiencia cerró el paso de nuestro taller itinerante por la isla.

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Abrazos desde Torres del Paine,
Matias y Márika

 

 

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