A cargo de Andrés Comito y Roberto Ben.
El día jueves 18 de julio realizamos, en representación de la AAGO, una visita al Instituto de Menores General San Martín. Se trata de un espacio en el que permanecen privados de su libertad jóvenes adolescentes (varones y mujeres) de edades que van de los 14 a los 17 años. Esta visita pudo concretarse gracias a la invitación de Fabiana Valgiusti y a su colaboración para gestionar nuestro ingreso.
El objetivo fue el de colaborar con los talleres que allí se realizan proponiendo un primer encuentro de go tendiente a crear vínculos con los chicos y chicas que allí se alojan. Creemos que el go, por su profunda relación con el pensamiento, la intuición, la libertad y el equilibrio (entre otras), es una herramienta particularmente importante para personas que atraviesan situaciones de encierro.
Del encuentro participamos cinco chicos, dos chicas, Fabiana y nosotros dos. Además de algunos operadores y operadoras que se acercaron a observar y acompañar la jornada. Nos habíamos propuesto comenzar jugando al come-come, pero varios de estos chicos ya tenían alguna experiencia frente al tablero, por lo que casi espontáneamente terminamos jugando al go. Tuvimos la ocasión de disfrutar varias partidas con ellos y también de proponer partidas entre ellos. Algunos se mostraron interesados por el juego, en particular Pablo y Hugo que jugaron varias partidas con buen sentido de la orientación en el tablero para tratarse de principiantes. Otros jugaron algunas partidas al comienzo y luego prefirieron proponer conversaciones y otros juegos, aunque sin perder todo el interés por las piedras y el tablero (tal fue el caso de Gabriel, que jugó una partida y después no quiso jugar más pero se entretuvo haciendo y mostrándonos supuestas partidas finalizadas en las que se suponía que el color que a él le correspondía ganaba capturando prácticamente todos los grupos del color opuesto). Un chico y una chica prefirieron no jugar, al principio no parecían tener mucho interés ni por el juego ni por compartir ese espacio con nosotros, pero entre mates y pan dulce terminamos pudiendo conversar y acercarnos.